Cuando las mujeres comienzan sus roles maternos son rodeadas de un sin número de voces que les dictan lo que es “correcto” y lo que no lo es, en su labor como madres ellas tienen que realizar estos rolles a la perfección ya que estarán siempre con esta presión de ser observadas y siempre calificadas no solo por sus pares sino también por ellas mismas y poco a poco por sus hijos que irán observando su entorno y comparando. Y es entonces cuando nace en ellas la culpa. Ya que se contrapone lo que la sociedad espera de ellas y lo que ellas sienten.
“¿Por qué no eres como las otras mamas?”
Está es una pregunta que me hizo mi hija hace algunos años cuando yo estaba sentada frente a mi computadora tratando de terminar un trabajo que tenia que entregar al día siguiente y ella estaba entrando del jardín común donde estaban reunidas varias mamas del condominio, donde vivíamos, muy quitadas de la pena platicando y fumando. Yo la vi con cara de interrogación, acto seguido me sentí culpable de que mi hija no tuviera una mamá “normal”.
Desde que somos pequeñitas a las mujeres se nos va encaminando por medio de juegos y palabras al rol de la maternidad, es algo que se espera que la mujer realice como parte de su proyecto de vida sin cuestionárselo mucho. Se espera que le “salga” naturalmente eso de ser madre. Se nos regalan muñecas, carriolas, cunas, juegos de té, hornito de microondas, licuadoras pequeñitas, cucharitas, pañalitos y nos observan con ojos de platos si se nos ocurre pedir de regalo un balón de futbol o un cochecito “eso es cosa de niños” nos dicen nuestras madres, abuelas y tías.
Conforme vamos creciendo se nos va enseñando a cocinar, poner la mesa, atender a los hombres y a hablar cosas de mujeres. Socialmente se nos va preparando para cumplir con el papel que se supone que tenemos que cumplir. Y junto con este papel hay reglas especificas de comportamiento y de actitud que se espera de nosotras. Lo vemos plasmado en los libros de cuentos, en las novelas literarias, en el cine, en las conversaciones, en las imágenes publicitarias.
Pero las mujeres vivimos constantemente rodeadas de un doble discurso que nos confunde, ya que junto con el mensaje de la mujer y madre perfecta, también leemos y vemos los nuevos mensajes de las mujeres universitarias, empresarias, independientes, autosuficientes, emprendedoras, profesionistas, que también nos parece atractivo y también queremos ser.
Y nos llega la hora de tomar la decisión ya sea que hayamos cursado una licenciatura o una carrera técnica o tomado un diplomado o nos hayamos preparado para alguna profesión queremos trabajar, ejercer la profesión y también formar nuestras familias.
Y comienzan los conflictos ya que la madre que sale a trabajar se siente culpable de no atender a su familia como se espera y la mujer que se queda a trabajar en el hogar se siente culpable de no estar desarrollándose en su profesión.
¿Cómo vivir estos dos mundos sin sentirnos culpables?La mujer se asume como pilar de la familia y esto es una carga muy fuerte para ella, la familia esta conformada por varios miembros y creo importante pensar a la familia como un equipo de trabajo donde todos los miembros son parte activa y participativa, con un proyecto en común. Donde todos son responsables de sacar adelante este proyecto no solamente la mujer o solamente el hombre, todos en equipo, padres e hijos.
Esta visión nos da la oportunidad de plantearnos tanto el trabajo en casa como el trabajo fuera de casa como algo posible y necesario para el beneficio del proyecto familiar, sin culpas ni reclamos de ninguno de los miembros.
La familia debe de considerarse como el espacio donde podemos crecer tanto individual como colectivamente, esto significa atender los proyectos individuales de cada uno de los miembros que la conforman. Así que es importante plantearse un proyecto de vida, compartirlo en pareja y en pareja asegurarse de poder llevarlo acabo. Si dentro del proyecto individual de la mujer se encuentra su trabajo profesional es muy importante que lo realice sin culpas y en total libertad y con responsabilidad. Entendiendo que en la medida que ella se encuentre contenta y haciendo lo que le gusta, será un mejor ejemplo para sus hijos que siendo una “buena ama de casa” frustrada y ausente.